confuso me despierto cuando parla,
del sueño sempiterno que rubrica.
Pasión, que por insana se replica
en fuego, que congela por odiarla,
y en hielo, que me quema al encontrarla
en rito que el demonio santifica.
Infiel le he sido siempre cual ninguno
y amarla es el pecado que consiento
a costa del consejo inoportuno
veraz por rebatir sin argumento
Recelo al cavilar si me reúno
en brazos de la muerte o me arrepiento.
El Armador de Sonetos.
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