
Sermones y libelos moralistas
diluyen los pecados capitales
los truecan y transmutan en veniales
con dejos y resabios de papistas.
Las mónadas en boca de cronistas
salpican mi futuro con señales
a veces inefables, pero reales
tramoyas y telones nihilistas.
Pecando por amor, sufrí por años
pavor de concurrir con Belcebú
por eso ya remonto los peldaños
que guían rumbo al cielo de tisú
la gloria me merezco sin engaños
la puerta se me abrió y estabas tú.
Me quitas el tabú
Te enlazas con mi cuerpo lentamente
y sigo de tu sueños confidente.
El Armador de Sonetos.
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