
Recuerdo su presencia, si en mi infancia
la vi por vez primera con mi abuela,
pasó mi juventud y como estela
solía presentarse en alternancia.
Ahora en madurez , en cada instancia
percibo su memoria y me consuela
que lejos ya de ser sutil mozuela
conserva cierto dejo de arrogancia.
No logro comprender mi repentino
deseo de mirarla y es mi suerte
llegar a transitar por su camino.
Tan pronto que amanezca y me despierte
me olvido de este sueño que abomino:
“Me estoy enamorando de la muerte”.
El Armador de Sonetos.
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