
Del cielo se extraviaron los luceros
con rimas de versar alejandrino
azules del caribe clandestino
remarcan de la dicha los linderos
Me hieren al mirar por altaneros
no cejo por orgullo y más me obstino
sufriendo su desdén y desatino
si guiñan desalmados y sinceros.
La fuerza del candor de su belleza
es arma tan letal y tan precisa
que debo de esquivar con sutileza
maniobra que no admite cortapisa.
Ataco con tesón y con firmeza
al ver que me dedica su sonrisa.
El Armador de Sonetos.
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