
Camino de la vieja serranía
trenzados con encinos los umbrales
me topo con la fiera en los zarzales
impávido juré que atacaría.
-No temas- con sus ojos me decía
si somos tan feroces animales
con ritos y costumbres ancestrales
del bosque respetamos la armonía.
Tranquilo me quedé, meditabundo
pensando que lo simple y cotidiano
sería como escuela para el mundo.
No capto qué distingue al ser humano
del lobo, que responde con rotundo:
-¡ Nosotros no matamos al hermano !-
Muy triste y con desgano
contemplo con horror la vida perra
que viven infelices en la guerra.
El Armador de Sonetos.
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