
Desfilan las semanas, sin descarte
fenece el corazón aún contrito
traslapa la pasión por el delito
del gozo de tu boca sin probarte.
Se pierde la razón, al confesarte
recuerdos de las mieles del fortuito
contacto de tus labios y palpito
gustoso por tu lengua sin culparte.
La fresa que presumes sin reproche
incita al frenesí del sentimiento
el mismo cavilar de cada noche
la víspera del beso que presiento
permita terminar, cerrar con broche
juntar valor, soñar con otro cuento.
El Armador de Sonetos.
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