
La luz de tu sonrisa difumina
la faz del devenir de mi destino
sellado con el beso repentino
que brota de tus labios y germina.
Rezumas tal fragancia femenina
nublando la razón con diamantino
fulgor en tu mirar de vespertino
remanso de pasión que subordina.
El bálsamo de mirra de tu pelo
enciende mis sentidos y resuena
con ímpetu la gloria del anhelo.
Con porte señorial, que te refrena
gustosa de subir por fin al cielo
ofrendas el amor, sutil serena.
El Armador de Sonetos.
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