
Vagaba en soledad por la llanura
con pena, como un alma en camposanto
que sufre tal dolor y con su llanto
pretende redimir su desventura.
Gemía por las noches su amargura
vaciando sus amores en su canto
tan sólo sopesaba su quebranto
al verla tan altiva en la negrura.
Pasaron tres semanas y su amada,
la dueña de los versos, por fortuna
al fin apareció por la quebrada.
Feliz en su locura con la luna
percibe cierto brillo en su mirada
le insiste, que es con ella o con ninguna.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario