
La tarde me acaricia con su brisa
de besos, que resaltan de improviso
calor que me transporta al paraíso
del sol y sus efluvios de sonrisa.
La nube con fulgor de pitonisa
remarca mi futuro, con un viso
bordado por el cielo tan preciso
y excluye la razón de la premisa.
Musita el mar sus versos al oído
y busco en el pajar al ser amado
que llene y que despierte mi sentido.
Divago en lontananza, tan callado
presumo que la suerte ha sonreído
al tiempo que la abrazo ensimismado.
El Armador de Sonetos.
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