
La cruz de la montaña apunta al cielo
es brújula que guía mis fervores
allá, en donde el alma busca el vuelo
recinto que redime mis temores.
Prosigo sin moverme de este suelo
llorando la injusticia con clamores
tan grave es el pesar y el desconsuelo
si siembran y cosechan los rencores.
Las guerras, con el hambre de flagelo
provocan en los pueblos estertores
el mundo, gira y gira sin desvelo
y olvida la virtud de los valores.
Aún con la esperanza y el consuelo
presagio que vendrán tiempos mejores.
El Armador de Sonetos.
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