
Soñaba con placer y fantasía
mi cena del domingo por la tarde
con dos de mis sonrisas, sin alarde
la noche bordaré con alegría.
Las dos de la mañana y suponía
salir con la victoria, por cobarde
imploro a la razón, y que resguarde
la fiera que por dentro presentía.
La presa que por fin identificas
rendida la imaginas en tus brazos
relames los bigotes y practicas
la forma más sutil de echarle lazos.
No importa si su técnica criticas
al fin, te han atrapado sus ojazos.
Y sigo en malos pasos:
Tan débil que me deja por fortuna
mi gata con los ojos de aceituna.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario