
Se vence mi mirada por tus ojos
espejo verde mar que se divisa
etéreo y magistral y con la guisa
del céfiro de amor de mis antojos.
El alma languidece, y en hinojos
le brinda pleitesía a tu sonrisa
mi boca se deleita pues con prisa
tus labios han abierto sus cerrojos.
La luz en tus pupilas son farolas
y alumbran con ahínco mi sendero
aquél que como arena de las olas
termina en un remanso placentero.
Al alba mi cariño lo acrisolas
forjando para siempre un derrotero.
El Armador de Sonetos.
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