un ósculo en su boca reprimida
es fragua que converge en mi camino.
Su cuerpo es la vereda, yo el beduino
que errante va a su tierra prometida,
aromas de esperanza seducida
apuntan a la gloria que imagino.
Despierto ya la sueño, y en mi mente
resurge incertidumbre y un temor:
“Si somos de creencia diferente
quizá y esté viviendo en el error”.
Muy quedo me musita sutilmente:
“no importa en lo que creas, si hay amor.”
El Armador de Sonetos.
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