
¿Acaso no es la vida una quimera,
del dueño y escribano de la historia
un pulso subrepticio en su memoria
que olvida al condenarme a la trinchera?
¿Acaso no es la vida cruel hetera,
que brinda al poderoso vanagloria
y al pobre vilipendia como escoria
lanzándolo a la mar en vil patera?
¿Acaso no es la vida indiscernible
si siempre tergiversan el asunto
del paso al más allá reconocible
y sólo lo conoce el que es difunto?
La vida se me muestra incognoscible
¿Vivir será motivo?, me pregunto.
El Armador de Sonetos.
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