
Añoro mi reflejo en tu mitad,
que ciñe tu obsesión por el impío
momento que genera mi rocío,
con éxtasis mitigas sin piedad.
A oscuras con la luz de tu maldad
invitas a pecar en el hastío
soñando que despierto, y desconfío
promesas taciturnas de bondad.
Y voy a rematar con cuchillada
al toro que salió tan bravo el martes
con ansias de morir sin estocada.
Volvamos a vivir locura en partes
sin miedo, sin razón a la mirada
tan ciega del adiós, no la descartes.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario