
La vida con sus prisas atropella
y mata devenires del pasado
resalta sólo el cuerpo desgastado
y un alma, sin dislates y sin mella.
Del cielo es la mirada, de la estrella
que cubre con amor casi sagrado
con manto singular y rebuscado
y un lazo que no admite la querella.
Transitan por la trocha del camino
buscando su final lo más lejano
prosiguen tras las huellas del vecino
aquél, que se marchó con el verano.
Seguro llegarán a su destino
felices y tomados de la mano.
El Armador de Sonetos.
2 comentarios:
Siempre es un lujo andar por tu espacio de letras. Saludos tocayo!
-angel
Gracias tocayo por tu visita
a ésta, tu casa.
Saludos cordiales.
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