
Las nubes esfumaron arreboles
al verse despechadas con su llanto
los rayos demostraron desencanto
al ver que sonreían girasoles.
La tarde se ilumina de faroles
reflejos de colores y de encanto
y escucho al pajarillo con su canto
que seca sus plumajes tornasoles.
Paseo por el campo cadencioso
disfruto del paisaje como niño
en busca de tesoros presuroso
y encuentro nada menos que cariño.
Tan sólo el arco iris portentoso
es Dios que me saluda con un guiño.
El Armador de Sonetos.
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