
Con esa melodía que de antaño
evoca los efluvios de tu risa
suspira secuestrando sin premisa
el breve balbuceo de un “te extraño”.
Blasfemo mi papel del ermitaño
que vive sin vivir ¡y tan de prisa!
sin tiempo de adosarte mi sonrisa
por causa de una pena sin restaño.
Tus labios con su miel que les reviste
paliaron esa sed que atormentaba
la ausencia del cariño que persiste
y tanto, que a mi ser ilusionaba.
Absorto me quedé, cuando te diste
en prenda del amor que germinaba.
El Armador de Sonetos.
2 comentarios:
perfecto amigo poeta. Siempre un gusto recorrer tu espacio de letras.
Saludos
-angel-
Tocayo:
Muchas gracias por pasar a ésta, tu casa.
Saludos hasta Venezuela.
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