
Renacen del Olimpo cual lucero
tus ojos, malaquita su fulgor
hirientes como alfanje de hechicero
en manos de aprendiz de soñador.
La miel que rezumaba el colmenero
resalta por su aroma y su color,
del beso que me diste por febrero
conservo todavía su sabor.
La diosa de las musas, no exagero
inspiras con amor al escritor
que llena con sus venas el tintero
grabando el pergamino inquisidor.
No sé por qué percibes que te quiero
si sólo soy un simple admirador.
El Armador de Sonetos.
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