
Tu sombra reflejada en mi pupila
alegra con matices y amalgama
los brillos misteriosos de la flama
que forja mi esperanza o la aniquila.
Tu aroma de azucena, rosa y lila
me embriaga el corazón y me reclama
la clase de atención, de noble dama
linaje de abolengo y de sibila.
Tu viso de profeta ha comprobado
el sino de mi amor, leal y vero
el alma para ti la he consagrado
en prenda de un final de buen agüero.
Tu boca corresponde a lo pactado
y emite con suspiros un – te quiero-.
El Armador de Sonetos.
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