Las flores se arrebolan en tu pelo
y el cutis nacarado alabastrino
es senda que mi labio libertino
explora con la búsqueda del cielo.
Tus ojos son delicia y mi revuelo
un verde mar que embriaga como vino
y engullen como fiero remolino
los besos de tu rojo terciopelo.
Tu boca es la pasión, es la amapola
la fruta virginal enardecida
igual que del volcán su fumarola
exuda dulce lava bendecida.
La fuerza de un amor no se acrisola;
si falta el corazón, no consolida.
El Armador de Sonetos.
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