tatuados en tu piel, y la ambrosía
de noches de alborada en tu bahía
pintadas de suspiros tan aviesos.
Te dejo con mi aroma los excesos
causados por cumplir tu fantasía,
ignoro si fue amor o brujería,
el caso es que te amé, y hasta los huesos.
Te dejo todo el mar y las centellas,
aquellas que inclinaron al cortejo;
reflejo indisoluble de tus huellas,
querellas de un sabor a verso añejo.
Consejo me han brindado las estrellas:
Es tiempo de cambiar. Por hoy te dejo.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario