
Los cielos han volcado sus colores
igual que el trazo noble del artista
el prócer, la figura y su conquista:
las galas de natura, con honores.
La envidia saludable de pintores
impávida rastrea al publicista
la firma del autor, del retratista
del cual circulan cándidos rumores.
Monet, Van Gogh, ¿acaso es de otro genio
el hábil pincelar de tal grandeza?
Lo extraño de este caso es el convenio
si cambia cada día lo que empieza.
Es fácil deducir, habiendo ingenio
que Dios nos deleitó con sutileza.
El Armador de Sonetos.
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