
Escribes el destino de tu vida
con tinta del averno, y un rocío
que brota de tus ojos ya tardío
pretende postergarme la partida.
Tu voz de capataz enronquecida
palpaba al corazón latir vacío
quisiste ponderar tu señorío
y sola te quedaste arrepentida.
Creíste que ganabas la batalla
confiada de la suerte de tu estrella
luchaste por pescarme con tarraya
fallando desataste la querella.
¿ Por qué no te diriges a la playa
y cambias tu mensaje en la botella?
El Armador de Sonetos.
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