
Si un cúmulo de estrellas se deshace
y encubren el matiz de sus colores,
podrían subsanarme sus fulgores
su diáfana mirada que complace.
La cálida fragancia es desenlace
del tenue perfumado de las flores,
no atañe si se agotan sus olores
si el suyo con la aurora me renace.
Ya estaba señalado en mi destino
llegar a conocerla, y es quizá
la esencia de su amor con que adivino
certero que ella siempre me amará.
No importa lo que pase, si es divino
morir cuando me besa, ¡-Qué más da-!
El Armador de Sonetos.
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