
Que cuántos años tengo, me pregona
la incrédula razón, a quien le espeto:
-¡Sin duda suficientes!-, y es un reto
versar lo que me place y apasiona.
Se va la juventud, y me alecciona
labrando en mi interior con un boceto
la magia del amor, sutil secreto
que lleva a congeniar con la persona.
Es hora de sacar el sueño a flote
vibrar en plenitud con el momento
que forja en la quimera del Quijote
la gloria condensada en un fragmento.
¿Que cuántos años tengo?, que se note:
Aquellos que me queden con aliento.
El Armador de Sonetos.
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