
Altiva y majestuosa, sutil en su mirada
buscando si mis ojos acusan en sonrisa
celajes nacarados, belleza que precisa
dictarle al sentimiento cancele retirada.
Es canto de sirena su trampa perfumada
falacia y artimañas en redes improvisa
gitana desafiante con rostro de sumisa
hurí del paraíso que anuncia su llegada.
Ignoro si resista, su embate tan severo
jamás me ha intimidado morir en el empeño.
Los gajes del oficio replico con esmero
medrando el objetivo: llegar a ser su dueño.
No cejo con derrotas y nunca desespero
obligo al pensamiento domarla en otro sueño.
El Armador de Sonetos.
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