acaso la salida es una entrada
al mundo de unos versos sin tintero.
Muriendo día a día en este cuero
que sirve al esqueleto de frazada,
el alma sabe bien que está ligada
al frágil aprendiz de carcelero.
Tu boca cuando besa es lene espada
fulmina con delicia al prisionero,
y el látigo sutil de tu mirada
sería el cruel tormento que prefiero.
Remata de una vez con la estocada
muriendo día a día, es que te quiero…
El Armador de Sonetos.
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