
El máximo castigo de la vida
lo puede provocar una criatura
colmada de bondad y de dulzura
de diáfana inocencia referida.
El alma, como esclava sometida
provoca distorsión en la cordura
insana sensación, es la factura
que paga por no darse por vencida.
Tan sólo si supiera que la adoro
que muero por probar de su jarabe
del ósculo de amor que tanto añoro.
La duda me corroe, si es que cabe
y al grito de mi verso se lo imploro
me diga con un guiño si lo sabe.
El Armador de Sonetos.
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