
Si dudas del amor predestinado
es tiempo de brindarte mi consejo
rehuye de antemano del espejo
que grita tu beldad en despoblado.
Lo terso de tu rostro serenado
y el nácar en tu boca de bosquejo
avivan los rescoldos del cortejo
que brota de mis sueños proyectado.
Las dudas obnubilan tu cabeza
y pacto con la prueba que sugieres
la flor de margarita da certeza
sus pétalos sutiles los prefieres.
Tus labios ya me besan con destreza
no importa el resultado, -¡Tú me quieres!-
El Armador de Sonetos.
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