
Tus dedos que del alma me soltaron
un éxodo a los cielos han deshecho,
doblando las campanas por mi pecho
con diástoles que raudos se agotaron.
Los besos como imanes repulsaron
con celos del amor insatisfecho,
abrojos cultivamos en barbecho,
y espinas a los dos nos castigaron.
Al cénit, con el sol sentimos frío
y evades del amor sufrir injerto,
¿será por lo mezquino y lo sombrío
que truecas la razón en desacierto?
Recuerda que lo lego a tu albedrío
si olvidas una flor en el desierto.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario