
Ecléctica la imagen, es divina
y grácil contraluz de su mirada,
sonrisa contumaz que no se apiada
hiriendo al corazón con feble espina.
Su cutis, de tersura alabastrina
resalta su mejilla arrebolada
su boca sabe a miel, y es puñalada
que induce al paroxismo que fulmina.
Su porte le engalana la figura
que luce como diosa del parnaso,
en ella buscaré por fin la cura
al último resabio del fracaso.
Mi vida la ha colmado de ternura
merece cuando menos un abrazo.
El Armador de Sonetos.
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