
Locura carmesí que me embelesa
tus labios asesinos, tan certeros
con garbo me señalan los senderos
que llevan a la gloria sin sorpresa.
Adornan tu sonrisa de princesa
las perlas de los mares extranjeros
y juegas con tus ojos hechiceros
besando de manera tan aviesa.
Tu voz es el sosiego que me calma
revive al corazón con su ternura
compruebo con las líneas de mi palma
el sino que predice mi locura
con dulces estertores muere el alma
sufriendo por gozar de tu hermosura.
El Armador de Sonetos.
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