
El nombre de Jimena Navarrete
resalta cincelado en la memoria
del pueblo mexicano, y su victoria
será la flor segunda al ramillete.
Sorpresa hay en sus ojos, y arremete
la cálida sonrisa tan notoria,
con gracia señorial, sin vanagloria,
de pródiga beldad que compromete.
Pasaron muchos años y no miento
diciendo que la última –Lupita-
dejó plantado el mágico sarmiento
y es hora que por fin se le acredita.
Habiendo de por medio el elemento
confío que el suceso se repita.
El Armador de Sonetos.
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