
Altiva y portentosa la muralla
remata cual corona con almena,
la piedra de cantera, de la buena,
delata al vencedor de la batalla.
Erguida rumbo al cielo, la atalaya,
divisa del adarve la cadena,
y restos del rastrillo que con pena
el tiempo transmutó por antigualla.
Iluso monumento que perdura
la efímera quimera de la gloria,
denota en sus paredes la factura
de Cronos, que celebra su victoria.
Es hora de afinar tu partitura
si restan pocos años a tu historia.
El Armador de Sonetos.
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