
La arena de la duna zigzagueante
evoca la gentil cabalgadura
con crin sabor de miel, y con frescura
esencia de su piel exhuberante.
Rehuyo terminar en un instante
la dicha de montar por la llanura
sin silla, sin estribos, con holgura
galope celestial y confortante.
Con trote ya cansino y relajado
termino la odisea, de momento
presagio con pasión embelesado
que siga cabalgando el sentimiento
mi yegua pura sangre me ha colmado
soñando que volamos por el viento.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario