
Después del largo día recorrido
regreso contemplando los vergeles,
cargados con sus uvas y sus mieles,
me invitan a gozar agradecido.
Inicia mi portento preferido
las nubes rosas, montan sus corceles,
pretenden escapar de los donceles,
dejando al sol a cargo del olvido.
La lucha celestial fugaz concluye
el astro rey, con paso cruel camina,
del ancho firmamento, se escabulle
y sabe que será también su ruina;
medito triste cómo se diluye
mi vida, cual concierto que termina.
El Armador de Sonetos.
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