
Surcando por los mares celestiales
sinfín de caprichosas nubecillas
evocan tu sonrisa y tus mejillas
con tonos de arrebol tan magistrales.
Y busco con afanes personales
tus ojos y tus labios, maravillas
tan dignas de plasmar en redondillas
con versos de los sendos manantiales.
Contemplo con agrado poco a poco
el noble fascinar de tu mirada
y el dulce de tus besos lo convoco.
Cuestionas por completo enamorada:
El tiempo se detuvo, ¿me equivoco?
-Aún nos queda sol, mi niña amada-.
El Armador de Sonetos.
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