
Parece carcomido del ladrillo
el muro con su musgo redomado,
se palpa terciopelo en un costado
del arco que soporta el puentecillo.
Al bloque de cantera, con martillo
le dieron al final el acabado
tersura que enfatizan con agrado
los bordes que conforman el pasillo.
Aroma de romance se destila
-la causa del torrente de embeleso-
al verme reflejado en tu pupila,
tu gracia sin piedad, me toma preso.
En esa callejuela tan tranquila
supiste aquilatar la miel de un beso.
El Armador de Sonetos.
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