
Las hojas afelpadas de la planta
conversan con el cielo exuberante
parece bendecir a la fragante
reliquia de la flor que se quebranta.
No sé si es su color lo que me encanta
o fuese la armonía del semblante
de pétalos, de aroma susurrante
cadencia y simpatía que agiganta.
El cáliz amarillo diminuto
resalta sobre todo la faceta
del cuadro del pintor que tan astuto
prefiere pincelar en la tarjeta
y plasma con su genio resoluto
magnánima humildad de la violeta.
El Armador de Sonetos.
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