
El garbo y la lindeza vitalicia
es diana de mis versos sin cuestiones,
sutil y seductora de facciones
que antojen al placer de su caricia.
Mis sueños los empeño sin malicia
garantes de la vida sin ficciones,
y muero por libar de sus pociones
de mágica ternura subrepticia.
Penosa y peliaguda mi faena,
jugar al cazador en la semana,
en playas, disfrazado con la arena
o incluso, de beduino en caravana.
No importa si es de rubia o de morena
tan sólo que no salga casquivana.
El Armador de Sonetos.
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