
Al ritmo del reloj con que camino
no hay rastros de vereda, se improvisa
con luengo transitar, sin ser premisa
del mapa que señala mi destino.
Con marcha siempre al frente, no imagino
si sigo en el desierto sin pesquisa
o voy por la montaña a la cornisa
y llego a mi final tan repentino.
La luz de la razón, si me ilumina,
permite mantenerme bien centrado,
la vida es trayectoria y es divina
si sabes aprender de tu pasado.
Por eso, cuando el ansia me domina
me acuerdo del poema de Machado.
El Armador de Sonetos.
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