
Eterna necedad la que trastoca
el ínfimo recuerdo macerado
a base de paciencia y sin enfado
que vuela tan mohíno de tu boca.
La ley de gravedad no se equivoca
y cruel es el periplo sentenciado
si debo de girar, es a tu lado
no importa si la órbita no toca.
La gloria del ayer tan reservada
se esfuma como niebla por el viento
quedando la añoranza bien anclada
al fondo del cañón del sentimiento.
Tal vez en otra vida proyectada
percibas el amor sutil que siento.
El Armador de Sonetos.
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