
Me hieren en el alma los rumores
estigma que surcando por los vientos
contagia la razón sin fundamentos
logrando conferirle resquemores.
Impávido refuto los rencores
con cálidos recuerdos y momentos
de tórrida pasión, mis argumentos
que escardan al final los desamores.
Lo dulce de tus labios no refuto
igual que las caricias y un -Te quiero-
gemido por tu boca resoluto.
Mi noble corazón, tu mensajero
transmite para bien un atributo:
-Acuérdate que soy un caballero-.
El armador de Sonetos.
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