
No encuadra la razón de tal afrenta
que signa al corazón alicaído,
prosigue tesonero y confundido
con ella, si en las noches se presenta.
Es fiera que me acosa y atormenta
y siempre tergiversa mi latido
me causa malestar, y de su olvido,
prefiero soportar la muerte lenta.
Sospecho que pudiera ser el hado
quien deja al corazón en ralentí
gozando de su beso perfumado
que exuda por sus labios alhelí.
Con versos le transmito mi recado:
“Ya sueño con el cielo, y es por ti”.
El Armador de Sonetos.
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