
Detrás de verdes cerros, los vergeles
reciben de la nube matutina
la lluvia torrencial y en la colina
los rayos van trotando sus corceles.
Los árboles con verdes capiteles
encaran al chubasco que avecina
caudal del agua pura y cantarina
con música de suaves cascabeles.
La tromba que amedrenta sin recato
proclama la llegada del severo
y crudo temporal, y de inmediato
demarca por su paso tal sendero
de muerte, destrucción y de maltrato
variando sin cesar su derrotero.
Señalo que difiero:
las trombas en el campo las bendicen
en cambio, en la ciudad me las maldicen.
El Armador de Sonetos.
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