
El cierre del negocio proyectado
culmina con velada de gran lujo
mi cliente y anfitrión, es quien adujo
debía conocerla y ser osado.
Al verla el corazón aletargado
latió por el veneno de su embrujo
y el ritmo del licor que lo condujo
al ósculo sutil y doblegado.
Denotas que la sangre me reclama
después de contemplarte sin atuendo
creía se trataba de una dama
persisto caballero y lo refrendo.
Tan pronto me conduces a la cama
te tiendes y me tiendo... ya lo entiendo.
El Armador de Sonetos.
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