
La vieja melodía resaltaba
su voz con la ternura virginal
al tiempo que mi mano acariciaba
su cofre del tesoro tan jovial.
Mi boca no se opuso y procuraba
su miel con un sabor subliminal
y envuelta de caricias demostraba
su danza del amor espiritual.
Y vino la sentencia al condenado
dictada de manera tan urgente
es ley que resucite del pasado
viviendo sin su amor en el presente.
Las manos del reloj me han señalado
que es hora de olvidarla.. nuevamente.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario