
Gentil de los gentiles, en las aves
la reina indiscutible el colibrí
libando de la flor, sutil hurí
el néctar que rezuman sus jarabes.
Con giro esplendoroso, de alas suaves
hostiga al coqueteo al alhelí
besando con su lengua carmesí
sublimes y recónditos enclaves.
Portento de natura laboriosa
y grácil en su vuelo clandestino
remeda la apariencia de la Diosa
que juzga tan severo su destino
la corte celestial y caprichosa
le niega sin razón, un dulce trino.
El Armador de Sonetos.
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