
Te ufanas tan segura con la misma
excusa lisonjera al escribirme
lo mucho que me extrañas, y pedirme
de nuevo mi calor, tu santo crisma.
Entonces no pretendas con sofisma
decir que me quisiste y seducirme;
no trates contumaz de confundirme
al débil corazón, con tu carisma.
No llores que tampoco es para tanto
si el precio de tu amor no vale un clavo
de nada servirá tu falso llanto.
Te informo que lo nuestro lo destrabo
lo siento, no pudiste con tu encanto
rendirme y en tus brazos hoy no acabo.
El Armador de Sonetos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario